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CUANDO EL DEPORTE ES MÁS FUERTE

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MaryDeportista

La Pampa: Mari Trabaja en el COPEF, Jugó Sóftbol y fútbol, es entrenadora y ahora practica Newcom
Deportista no es solamente aquel que gana una medalla o se desempeña en el alto rendimiento. Lo es la persona que lleva ese gen en su cuerpo y en su alma. Por eso MARI ACEVEDO es una deportista cabal.
Mario Vega – Hay fotografías que valen más que mil palabras -existe una frase que, más o menos, dice eso-, y la que ilustra esta nota es una clara prueba que muchas veces es así.
La sonrisa amplia, el gesto de regocijo, la alegría que se escapa sin impedimentos, de los rostros de esas personas que aparecen detrás de la red de una cancha de voley, ilustra cuál es el sentimiento de quien encuentra en el deporte un medio de satisfacción, de plenitud. Una cuestión que no todos pueden comprender.
Cuántas veces escuchamos a negadores de las bondades que pueden desprenderse de la actividad física; beneficio que va más allá de la mera razón lúdica y/o competitiva. Razones que tienen que ver con la salud, con el sentirse bien, en definitiva también con disfrutar de lo que se está haciendo.
El/la deportista.
Coincido plenamente con que el deporte es un modo de vida, que más allá de una cuestión física contribuye a modelar el espíritu y el carácter de quien lo realiza. Siempre digo que deportista es el que practica, el que lleva adelante una determinada disciplina sin ser necesariamente el mejor, que esa es en todo caso otra historia.
Tuve la suerte de convivir en el ambiente del deporte durante toda mi vida, y he frecuentado a cientos de personajes en ese contexto: desde enormes futbolistas, boxeadores, ciclistas, softbolistas, etcétera, etcétera, a otros que tal vez no tuvieron la misma estatura desde el puro resultadismo pero fueron también, a su manera, protagonistas.
Entre tanta de esa gente que conozco hay una persona con la que compartimos años en una actividad que tuvo su momento de auge -y que pretende estabilizarse hoy en día- como es el sóftbol. Pero que no sólo practicó el deporte del bate sino que se prendió en cuanta acción deportiva pudiera, incluyendo -y sobre todo- al fútbol.
Quién es Mari.
Mari Isabel Acevedo (dicen que de las damas no hay que decir la edad, aunque ella no lo oculta ni le interesa hacerlo), está en esa etapa que alguien podría considerar debiera ser la del sosiego, la del reposo, la de tomarse un buen tiempo para el ocio y el descanso… pero no es su caso. Sigue tan movilizada como siempre. No sólo en lo deportivo, sino también en lo laboral, porque pese a haberse jubilado hace algún tiempo, continúa desarrollando tareas en las que lleva décadas.
Sus padres, fallecidos, eran Ricardo, jornalero que le hacía a todos los trabajos que se le presentaran, y Esther Irene Alejo. Mari es la del medio, y tiene otros cuatro hermanos: Zulema, Susana, Ana María y Juan Carlos.
Nacida en Miguel Riglos vivió allí hasta los 6 años, cuando toda la familia se trasladó a Villa Alonso, en Santa Rosa. “Vivíamos en la calle Córdoba y Montevideo, donde hoy está la avenida de Circunvalación (por decirlo más asertivamente enfrente de la Colonia Penal). Después nos fuimos al barrio Cruz del Sur, donde vivo desde 1967 hasta hoy”, explica.
Hizo la primaria en la Escuela 6, y el secundario en la Escuela Profesional de Mujeres (en el Normal a la tarde), y el último año en el nocturno Ayax Guiñazú; además de un año de Ciencias Económica en la Universidad Nacional de La Pampa”.
El deporte, siempre el deporte.
Mari cuenta que su familia era “clase media, papá laburante y mamá ama de casa. ¿En la escuela? Bien, no fui abanderada pero sí buena alumna. Eso sí, el deporte desde chica… siempre jugué a la pelota, porque en el barrio había muchos chicos y jugábamos todos juntos”, cuenta con una sonrisa. “Por eso mi gran pasión es el fútbol”, cuenta Mari, fanática hincha de Boca Juniors, capaz de enojarse mal ante una cargada “y más si perdemos con Ríver”, admite.
Seria y trabajadora.
¿Quién es Mari Acevedo? Una persona que cuando uno apenas la conoce puede aparecer arisca, un poco esquiva, sin regalar simpatía ni demasiadas sonrisas. Más vale seria, prudente podría decirse… quizás algo tímida también.
Pero debo acotar que, en tantos años de conocerla -sin ser amigos o demasiados cercanos en la relación- aprendí a valorar en ella a alguien de trabajo, comprometida, y cumplidora a rajatabla.
Pero sobre todo debo señalar que -y en los tiempos que corren es todo un valor agregado- de una honestidad a prueba de balas. Una virtud que en su momento -y por circunstancias que estaban más allá de ella, por razones que la superaron- debió probar y lo hizo con absoluta claridad en los estrados judiciales. Pero este es un capítulo que merece un párrafo separado (ver aparte), y ya se verá por qué.
Casi una curiosidad.
Puedo recordar que alguna vez, y de esto deben haber transcurrido más de 40 años, se jugó en el estadio Mateo Calderón de Atlético Santa Rosa, un partido de fútbol femenino entre un representativo local y otro de Cipolletti. Toda una curiosidad promediando los años ’60, el fútbol femenino tenía así entre nosotros su primera manifestación más o menos pública. Fue una tarde soleada en que ese encuentro iba a ser preliminar de otro que disputaron entre sí los médicos locales (cada uno una institución en las distintas familias), acontecimiento que concitó buena presencia de público. Era otra Santa Rosa, claro.
Le mencioné el dato, y Mari ofreció algunas precisiones más: “Sí, tendría 14 ó 15 años, supongo”, aportó. “Jugaba en el barrio con los chicos, como conté, pero me dijeron de ese partido y por supuesto me anoté…
Llega el sóftbol.
Pero para ese entonces, con apenas 12 ó 13 años, ya había empezado en el sóftbol, con Juan Carlos Díaz y Norberto Mayoral como entrenadores. #También éramos las primeras chicas que jugábamos aquí en Santa Rosa, porque años más tarde el femenino creció, y mucho”, rememora. Y creció a tal punto que en 1992, en Bahía Blanca, con la selección provincial -entrenada por Héctor Esquisatti- se iba a consagrar campeona argentina. “Fueron muchos años, entre 1985 y 2006 que jugábamos en todos lados, infinidad de torneos con un gran equipo en el que estaban entre otras las hermanas Gaby y Verónica De la Sota, Nora y Liliana Otermín, Rosa Mata, Daniela Gruber, Mónica Carabajal, Mónica Iparraguirre, Patricia Ustari… Fue un gran equipo que se mantuvo varios años”, se regocija en el recuerdo.
Mari, la directiva.
En todo ese período, y como no podía ser de otra manera, Mari -“La Tía” para todo el grupo-, integró sucesivas comisiones de la Federación Pampeana de Sóftbol, con directivos entre los que se contaban El Gallego González, Omar Fernández, Domingo Guarracino, Ernesto Rafael Rossi Ávalos, entre otros.
La verdad es que “tuve las más lindas satisfacciones, con chicas que fueron y algunas siguen siendo grandes amigas, con campeonatos por todo el país. El sóftbol me dio muchísimo, y hasta me di el gusto, junto con Rosa Mata, de jugar en el seleccionado nacional un sudamericano en Lima, Perú”, completa.
Hoy, aunque tangencialmente, está vinculada mediante el Club Mayú, del cual es su secretaria, pero acepta que casi no va a ver los juegos. 
En el colegio secundario Mari le iba a dar curso a sus ganas de hacer deporte. “Jugué al voley, pero la verdad que la altura no me ayudaba, pero también hice atletismo en el estadio municipal, llevada por la profesora Pirucha Lamberto”, agrega.
Siempre el fútbol.
Pero el fútbol era lo suyo desde siempre, y cuando dejó el sóftbol volvió a jugarlo. “Es mi gran pasión, el fútbol, Boca… All Boys, al que he seguido mucho, aunque ahora no voy tanto a la cancha”, cuenta.
La cuestión es que por Marcela Castro -jugadora y entrenadora-, que es amiga de Graciela Iparraguirre, volví a jugar. Primero con un señor Fresco de entrenador, un tiempo practicábamos en el Parque Recreativo Don Tomás; y después comencé con un grupo de chicas en el estadio municipal, con 11 jugadoras. Porque por ahí se hacen torneos de 5 jugadoras, de 7, o de 9, pero para mí el fútbol es de 11, y en cancha grande”, dice sin dar lugar a dudas.
Primera directora técnica.
Pero su inquietud la iba a llevar más allá. “En 1998 me recibí como la primera directora técnica de fútbol aquí en La Pampa. ¿Qué decían los demás, viendo una mujer hacer el curso? Creo que a los varones les parece que la mujer no puede dedicarse al fútbol, ni jugar ni mirar… Pero hoy juegan tan bien como los hombres, y sino basta ver cómo lo hacen las alemanas, o las estadounideses”, reflexiona.
Y Mari abona su teoría remarcando algunos logros de uno de sus equipos. “En 2006 fuimos campeonas de la Liga del Sur. Ese año representábamos a la localidad de General San Martín… había algunas chicas de ahí, y otras de Santa Rosa, como Marcela Castro, Marcela Durán, Antonella Chico, Lala Carabajal, Patricia González, Lorena Gatica, Verónica Boeris (selección argentina y San Lorenzo, arquera), Paola Arnuz y Cristina Pavez. Verónica Boeris, la arquera, después fue llamada para la selección argentina, y jugó en San Lorenzo. Yo hacía las dos cosas, jugaba y dirigía”, señala.
Mari, como Chicho Serna.
Aquí hay muy buenas jugadoras, como Antonela Chico, o la misma Marcela Castro que es muy técnica”, evalúa. ¿Yo? Decían que era el Chicho Serna por mi forma de jugar”, admite. Es que Mari jugaba en la mitad de la cancha, y “ponía” como lo hacía el ya retirado jugador de Boca Juniors. Ese era su estilo.
Fui mucho a la cancha en las grandes épocas de All Boys en los regionales, que era un fútbol espectacular… pero ahora no se juega tan bien, va poca público, y me dan menos ganas… pero algunas veces todavía voy”, indica.
Los trabajos.
Mari empezó trabajando como administrativa en la sede local de la Uocra, entre 1972 y 1985, y desde entonces se desempeñó en el Consejo Profesional de Educación Física (Copef). Se estaba conformando la institución cuando el profe Horacio González la convocó para trabajar en la secretaría, donde lleva nada menos que 33 años. Después de jubilarse le dijeron que la necesitaban y que se quedara, y todavía trabaja algunas horas por día. Pero paralelamente, y desde también hace tres décadas, se desempeña en el Consejo de Asistentes Sociales. Se creó en los años ’90, y desde entonces trabajo allí también, en la secretaría, explicó.
¿Y las salidas Mari?, le pregunto. “Cuando adolescentes por lo general salíamos a los bailes con mis hermanas y amigas… algunas veces al cine, pero no tanto… porque ya sabés, más que nada siempre he estado dedicada al deporte. Esa era mi principal salida, desde que me acuerdo”, completa.
Y ahora el Newcom.
Por si faltaba algo ahora apareció el Newcom, que no es otra cosa que el voley adaptado a personas mayores. “Es una forma de mantenerse ligado al deporte, y lo cierto es que es como una gran familia, un grupo espectacular, y viajamos muchísimo. El impulsor es el profesor Hugo Zorzi, y hay equipos en Miguel Riglos, San Martín, Lonquimay, Santa Isabel… y por eso se quiere armar la liga provincial, porque se juega en todos lados, y a todos lados fuimos -se ríe-, como Federación (Entre Ríos), Paraná,Tucumán, Malargüe…”.
Entre otros muchos conocidos -algunos ex deportistas- que practican Newcom están Tito Rosales, Zoraida Parada, Marta Gil, Daniel Fernández, Perla Gorbachesky, Carlos Guido y su señora Zulema. Alberto Largayoli y Estela. Yolanda Urmente y Angel Nunia. Ah! Y juega El Chango Valdez (ex funcionario de APE). Entrenamos dos veces por semana en la Escuela 221, y realmente la pasamos muy bien. Seguimos en actividad…”, dice con satisfacción.
Lo que no pudo ser.
Se pone seria al admitir que dejó de lado muchas cosas por el deporte. “Capaz que le di mucha importancia y un poco dejé de lado mi vida privada, lo personal, y es verdad que a veces uno se pregunta por qué no está con alguien… pero bueno, las esperanzas no se pierden”, comenta.
¿Si me hubiera gustado ser madre? Creo que toda mujer lo desea, pero pasó el tiempo y no sucedió… Sí, algunas veces, cuando no tengo actividad, me sé sentir sola”, admite y agacha por única vez la cabeza.
¿Sabés qué pienso? -se pone reflexiva- que siempre digo que quiero llegar al final de la mejor manera… sin ser un estorbo para nadie… y que es verdad: quizás me faltó alguien al lado mío”, agrega no sin cierta pena. Y se pone un poco triste.
Pero de todos modos, en el balance de lo vivido, Mari está satisfecha: “Después se me pasa y me doy cuenta que tengo un montón de cosas… mi familia, hermanas, mis sobrinos. Todos ellos que siempre me apoyaron y con los que tengo una hermosa relación”, expresa.
Mari Acevedo… el deporte, siempre el deporte, aún anteponiéndolo a situaciones personales -aunque esto a veces pueda doler un cachito-, el deporte realizado con toda la pasión, con todas las ganas.
Si esta no es una deportista, quién sino…
Honestidad a toda prueba
Alguna vez, comentando la situación de las fundaciones truchas, que según quedó probado en la Justicia posibilitó que fondos del Estado fueran sustraídos por funcionarios en forma ilegal, se hablaba de nombres que -indirectamente- estaban vinculados a la situación.
Y en esos casos manifesté, más de una vez, que conocía a Mari Acevedo, y que apostaba doble contra sencillo que no tenía nada que ver con aquellas maniobras delictuosas. “Si a Mari le dejan un millón de dólares en billetes arriba de la mesa, a los dos años los pueden pasar a buscar que van a encontrar esos supuestos fajos en el mismo lugar, y con un poquito de polvo encima. Porque ella jamás los hubiera tocado”, he dicho alguna vez. ¿Exagerado? Puede ser, pero era lo que pensaba. Y también de algunas otras personas que aparecieron involucradas en ese episodio oscuro que, muchas noches, no les permitió dormir. “Yo estaba en la Comisión de Apoyo del Albergue, y cuando el juez (Carlos) Flores me llamó puse todos los papeles a disposición… pero por supuesto la pasé muy mal, como los demás, porque nuestros nombres aparecían en los diarios y no teníamos ninguna responsabilidad, como después se probó”, dice ahora Mari Acevedo.
Se vio liberada de la enorme presión que sentía, cuando la justicia determinó que no tenía responsabilidades. Y también pasó con Gustavo José Cobo, Zoraida Parada, Carlos Alberto Wiggenhauser, Carina Beatriz Villarías, Juan Luis Verna, Liliana Mónica Italiani, Diego Gustavo Díaz, Daniel Jesús Morello, Silvia Gloria Pérez y Hugo Bernardino Pereyra. “Cuando se dictó este fallo salió chiquitito en los diarios, pero bueno… fue como un mal sueño”, dice ahora más tranquila.
¿Qué es el newcom?
El Newcom es una derivación del vóleibol, pero tiene la particularidad que el balón no se golpea, sino que se atrapa y se lanza por arriba de la red.
Fue creado en 1895 por Clara Gregory Baer, profesora de educación física en el colegio Sophie Newcomb, en Nueva Orleans. El principal objetivo del juego es no dejar caer el balón, y se juega en distintas partes del mundo desde hace muchos años, y desde 2008 en nuestra provincia.
La práctica es para mayores de 60 años, y una condición que establece este deporte es que los equipos sean mixtos.
 
Fue inventado como respuesta a la necesidad de encontrar una actividad que se pudiera organizar con facilidad, y para poder ser jugado en cualquier momento y lugar.
 
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