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UNA MAESTRA MONUMENTAL

Personajes Cordobeses: DORLICIA MARTÍNEZ

DORLICIA MARTÍNEZ es una docente jubilada de Laboulaye que tiene estatua propia frente a su casa. Charla con un personaje del interior que literalmente “esculpió” su historia.

Por unos días, el nombre de Dorlicia Martínez y la ciudad de Laboulaye estuvieron en boca de todos.

Hace poco más de un año, los medios de Córdoba y algunos de alcance nacional dieron a conocer la historia de esta docente jubilada que, luego de retirarse de las aulas, se dio el gusto de tener una estatua propia en el frente de su casa.

Sí, como se lee. Cualquiera que se llegue a la calle Diputado Guevara 277 de esa ciudad del sur provincial, se va a topar con una escultura a escala real, con el rostro de “Dorli” enmarcado por sus anteojos característicos, su delantal de escuela y ese portafolios típico que desde hace varios lustros le cedió lugar a las mochilas rimbombantes y estampadas. Con más de 30 años de enseñanza sobre el lomo, resalta al toque el orgullo que siente por todo ese tiempo pasado en las aulas, y defiende la tarea docente a capa y espada.

En Laboulaye todos la conocen y es un personaje, de esos lindos que suelen tener las ciudades y pueblos del interior, y que por unas horas puso a su región en las páginas y portales de noticias. “¡Jaja! Llamó la atención a los cuatro vientos, en toda Argentina. Me contactaban de un montón de lados, radios, canales y diarios”, recuerda Dorlicia con un humor y unas ganas envidiables.

–¿Cuántos años fue docente y en qué asignatura?

–Casi toda mi vida. Fueron 32 años porque me retiré con la anticipada, así que aporté 34 al sistema. Daba plástica, lencería, bordado a mano, manualidades, tecnología, o sea, Ramos Especiales. Estuve trabajando en los tres niveles: primaria, secundaria y adultos.

Dorlicia x 2. En el frente de su casa, y con la estatua.

–Bueno, Dorlicia, vamos al tema. Cuente cómo llegó esa estatua al frente de su casa.

–Siempre insisto en que no fue por mí que hice hacer esa estatua, sino para darle renombre a un chico que tenemos en Laboulaye, Daniel Melero. Como yo no puedo hacer más artesanías, quería destacarlo a él para que en el pueblo y a nivel país fuera sensación la noticia de esta estatua. Este chico que es una persona joven y en el pueblo todavía no se lo considera mucho. Un día fui a verlo y le dije que tenía esta inquietud, pero le aclaré: “No es para mí, sino para vos”.

–¿Cómo fue la propuesta?

–Le pregunté: “¿Alguna vez te tocó un cliente que te pida una escultura, para que después puedas compararlo a la par?”. Como me dijo que nunca se le había dado, entonces le pregunté si quería probar conmigo, y así fue como empezamos.

–¿Cómo tomó la repercusión que causó?

–A mí al principio me molestaba, porque la gente creía que era para mí la estatua, como una cuestión de ego, pero yo desde ningún punto de vista lo tomé por ese lado, sino que empecé a pensar dentro de Laboulaye qué era lo bueno que teníamos y no se destacaba.

–¿Es una persona de buen humor?

–Creo que sí. Trabajé en diferentes niveles y con diferentes personas, me fui adaptando, así que creo que sí, jaja.

Cuéntese alguna anécdota graciosa de todos sus años como docente.

–He tenido satisfacciones. En este momento se me viene un Día del Maestro. Te hacían un presente los alumnos, y la docente de Ramos Especiales, en comparación con las demás, es la que menos está con los chicos, entonces el regalo siempre es más chiquito. En un momento un alumno me dijo: “Señorita, todos los chicos le traen cositas y yo no tengo para darle nada, pero conseguí algo que yo sé que a usted le gusta”. Como por lo general nos complementamos con docentes de las demás materias que tienen actividades prácticas, como Educación Física, solíamos hacer campamentos con los chicos. En uno de ellos, yo les había enseñado a hacer una casita de hornero. Este chico bajó una casa de hornero abandonada y como sabía de qué manera restaurarla por lo que yo le había enseñado, la arregló y fue mi regalo del Día del Maestro. Aún la conservo, es una reliquia para mí.

Padormar. No es una palabra mal escrita. Es así como Dorlicia bautizó su casa de Laboulaye, con las primeras sílabas de su nombre, el de su hija Patricia y su apellido. En el frente de la vivienda, se destacan el cartel donde se lee ese acrónimo y por supuesto la estatua, que reluce entre dos árboles y plantas tupidas y verdes.

Queda claro que más allá de las chanzas, las críticas, la buena o mala onda que se generó en torno a la estatua, lo que Dorlicia quiere resaltar es la tarea docente. “Una se da cuenta lo que deja en los chicos, de lo simples que son. A mí no me importa el valor de lo que te puedan regalar un Día del Maestro, sino la esencia, en qué forma te lo dan. Es emocionante darse cuenta cómo alumno y maestra se van conociendo mutuamente”, expresa.

–¿Volvería a ser docente si naciera de nuevo?

–Sí, claro. Lo que hice lo hice con el alma.

Una seño de bronce

Nombre: Dorlicia Martínez.
Edad: 68 años.
Estado Civil: Divorciada.
Hijos: “Una mujer, Patricia”.
Apodo: “De chica me decían Loli, pero ahora soy Dorli”.
Hincha de: “San Lorenzo, desde los 5 años”.

Fte e Img: Día a Día

http://diaadia.viapais.com.ar/cordoba/personajes-cordobeses-una-maestra-monumental

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